Candombe
CANDOMBE. 1.
Manifestación coreográfica de contenido
dramático, "pertenecíente
al ciclo de las danzas pantomímicas profanas, creadas por los negros del Río de
la Plata, en recuerdo de la coronación de los reyes congos, con imitación de la
organización estatal blanca presentando,
desde el
punto de vista religioso un leve sincretismo entre el fetichismo bantú y el culto
católico a través de la imagen de San Benito", tal como lo define el
eminente musicólogo Lauro Ayestarán. Perduró en el mismo, parte del ritual
originario de África, en especial el "paso de candombe", los personajes
y el tamboril, combinado a la influencia europea de la contradanza. Configuró una expresión pública desde fines
del siglo XVIII y se realizó hasta las proximidades de 1880 entre Navidad y
Reyes. Conforme a las investigaciones del profesor Ayestarán, se estructuraba
en seis episodios coreográficos encadenados con intervenciones de los
"personajes" —santo, rey, reina, príncipe, gramillero, escobillero, músicos,
hombres, mujeres y concurrencia—a saber:
1) cortejo;
2) formación de la calle; 3) ombligada; 4) cuplés; 5) rueda y 6) entrevero.
Su práctica se extinguió a medida que su ingenuo y puro
contenido ancestral fue convirtiéndose en comercio con añadido de
"brujerías", tráfico de drogas y gitanerías que muchos negros
ejercieron para atraer el interés de los espectadores blancos. A principios del siglo XX, perduraba
únicamente, abreviado en su fisonomía original, como danza de apertura en las fiestas
de inquilinato. Desde 1880 en adelante,
en Montevideo, conservando únicamente algunos "personajes" y el
cuarteto de tamboriles —chico, repique, piano y bombo—, sobrevivió tenuemente
en las comparsas carnavalescas. La medida de su influencia en la gestación del
tango rioplatense —tantas veces manejada ésta sin el menor rigor conceptual—
debe ser aún objeto de nuevas indagaciones. Es posible, sin embargo, adelantar
algunas puntualizaciones a este respecto: a) la identidad de denominaciones
entre la ceremonia negra —llamada, también, "tango" a principios del
siglo XIX— y la especie musical, danza y canción rioplatense amanecida en las
orillas y en los teatros populares de fines de esa misma centuria, no autoriza
a la vinculación de sus respectivos contenidos musicales o coreográficos; b) en modo alguno la gravitación de la danza
negra atañe a la naturaleza melódica del tango: las escasísimas melodías de
aquélla que se ha logrado recoger son de espíritu y de forma bien diversos; c) ninguno de los instrumentos del candombe
fueron heredados por los conjuntos de tango, continuación inequívoca éstos de
modelos españoles; d) sería factible por
último, a título de hipótesis presumir que dicha influencia se hubiera
materializado en el plano rítmico. Pero desde sus primeros documentos sonoros
—discos y cilindros fonográficos— el tango criollo se afilia nítidamente a
otras procedencias en las cuales —como en el caso de la habanera— si hay
componentes negras, las mismas llegaron altamente estilizadas por sucesivos cruzamientos
con la música popular europea, en especial española, por cuya vía preferentemente
aparecieron en nuestra área cultural; e)
fue la del candombe una danza de eminente carácter colectivo, en tanto que el
tango aportó a la historia de las danzas el rasgo exactamente opuesto. No pocos cronistas finiseculares, irremediablemente
desprovistos de la necesaria corroboración testimonial —el admirable Vicente
Rossi, entre ellos— adjudicaron a bailarines y a bailarinas de color, decisiva participación
en la génesis de la coreogra-fía del tango. No obstante, entre las primitivas
figuras que se consolidaron luego como ley de maestría entre los bailarines,
tales como las que aún es posible contemplarles a José Ovidio Bianquet, en las
películas de cine o veteranos cultores del tango con corte, que las heredaron,
ninguna hay que observe relación con el "paso del candombe"; f)
muchos músicos de color dotados de sobresalientes aptitudes —Rosendo Mendizábal,
Carlos Posadas, Joaquín Mora, Leopoldo Thompson— cultivaron el tango en
sucesivas épocas, sin que en su creación—como ocurre en el jazz, por ejemplo—
se alcance a advertir ni el más mínimo rasgo diferencial necesario para
delimitar una actitud artística a la de los músicos blancos.
— 2. Se
denomina así, desde fines de la década del treinta, a una variante de la milonga
—generalmente con canto— que se ejecuta por lo general con orquesta típica con
inclusión ocasional de un cuarteto de tamboriles, conforme a la iniciativa del
compositor Pintín Castellanos y por los conjuntos lubolos que hacen su
aparición en el carnaval montevideano. Se le llama, tam-
bién por ello,
y de modo genérico "milonga-candombe", aunque su único enlace firme con
el candombe es la división rítmica de 4/8 y el empleo de las lonjas. Son ejemplos:
Baile de los Morenos de Gavioli, Azabache de Francini y Stamponi.
— 3. Se ha usado,
asimismo, como sinónimo de canyengue, tanto en el plano de la interpreta-
ción
orquestal, como en el de la coreografía del tango o en el de la manera de caminar
característica del hombre de arrabal:
"Mi
macho es ése que ves, ¡pinta brava! / de andar candombe y de mirar tristón. .
."
(De La
Canción de la Mugre, de Carlos de la Púa).
Por Horacio Ferrer.
Por Horacio Ferrer.