Jose Dames en 1934, cuando codirigía la Orquesta Dodero_Dames en Radio Excelsior
En tesitura de jerarquía musical, que rivalizó con la de Virgilio Expósito, Armando Pontier, Enrique Francini, Héctor Stamponi, Alberto Suárez Villanueva y otros compositores surgidos en torno de 1940, sus tangos perfilaron, desde el comienzo mismo de una obra interesantísima, valores poco frecuentes de imaginación me-lódica. Nada, Fuimos y Los despojos, entre sus páginas cantables y El buscapié, El cometa y De muy adentro, entre las orquestales, representan la exacta dimensión de su estilo.
Nació en Rosario —provincia de Santa Fe— el 28 de octubre de 1812. A los diez años de edad inició estudios de teoría musical y de violín. Posteriormente, se consagró al bandoneón, instrumento que aprendió con el maestro Gómez, en la ciudad de San Fernando.
Integró, en 1934, la orques- ta Dodero-Dames. Formó en 1936 su primer conjunto propio, con el que actuó durante cuatro años en Radio Excelsior de Buenos Aires, ciudad ésta donde ya se había radicado.
Integró luego las orquestas de Rodolfo Biagi, Emilio Orlando y Alberto Marino, a la vez que sus composiciones alcanzaban, desde un plano de creciente calidad, significativos sucesos; de 1941, es Tristeza marina —su tango inicial, al que siguieron Nada, grabado por doscientos ochenta intérpretes diferentes en la Argentina y en el exterior—, Tú, Sin ti —de señalado éxito en París—, Por unos ojos negros, Brindemos en silencio, La escalera y Horizonte azul.
Como intérprete, se desempeñó como primer bandoneón de las orquestas de Atilio Bruni y de Francisco Rotundo, cuando ésta actuó en el café Nacional de Corrientes, y como director del conjunto Los Paisanos, integrado por acordeón, guitarra española y americana, y contrabajo con el cual registró una serie de discos Philips.
Además de los tangos ya mencionados, dio a conocer estos otros: Milagroso, Aquel adiós, Una llovizna gris, Alma y violín, Amor, Por un rumor, Detrás del turbio cristal —entre los cantables— y A bailarlo y Muy picante —grabado éste en 1966 por Mario Demarco en discos Solfeando—. Le pertenecen, asimismo, un vals de estilo europeo en siete partes y las milongas La luciérnaga, La juguetona y Por esa flor.
Por Horacio Ferrer
Editado y compaginado por El tango y sus invitados